martes, 20 de septiembre de 2011

Una tarde de Burbujas



Siempre tuve la idea, que hay personas que nacen con buena , mala o sin estrella, para mi desgracia me toco doble estrella. Alguien no hizo su trabajo o era una particularidad que de vez en cuando, se equivocaran para su fortuna. Aquí estaba con el descubriendo  ese  año, que debía de querer mas que un buen helado de pistache, que alguien no se enterara de mi mayor secreto, que hasta para mi  lo era.

Sabia que algo no estaba bien en mi, como un presentimiento, que iba  a llover o que algo fatal sucedería, lo único que podía hacer era correr a casa para no mojarme, esto era mas complicado, lo sentía en mi, adentro de mi cabeza, para ser mas exactos en la parte baja de mi garganta, algo no funcionaba muy normal.

Era la quinta hija de una matrimonio convencional, campesinos la palabra mas rebuscada, mi madre con artilugios de magia, daba de comer a nueve hijos, las raíces era sus favoritos, cuantas veces soñé que me convertía en un árbol, pero no sucedió, aunque hubiera sido mejor , a mi destino por venir, no seria tan diferente.

Cuando llego la primavera de ese año, tenia diez años, parecía de seis por peso y tamaño, con mis grandes coletas castañas y mi piel curtida por el sol, no tenia nada bonito ,en cambio  mis hermanos con su ojos verdes del mar, me sentí mas fea que una muñeca de trapo si hubiera conocido alguna , claro esta. Mis ojos negros como la noche era un seña para mi madre de no equivocarse de hija, ya que mi hermana mayor por un año tenia la misma apariencia de desnutrición que yo, pero algo en su mirada me confiaba, para no odiarla, por ser mas bonita .Ella sabia quien era, o que era tan diferente a ellos. Una noche, entre colchones  arrinconados con olor a orines de los mas pequeños, me susurro, casi para si misma, tuve que acercarme para poner leer sus labios.

--Eres especial, Mariel, como una estrella fugaz en la noche con el cielo cerrado por la niebla—dijo sin mirar

--¿Porque no he muerto en esta miseria?

--No seas cruel, ellos hacen todos por nosotros—
-No creo eso Zulia, así que soy especial—me carcajeé
Esa noche soñé, con estrellas y comida, tenia tanta hambre, que las uñas de mis manos ya sangraban, los lamí, sabia a metal como monedas, como un peso para un pan. Los días domingo asistíamos a la plaza central del pueblo ,con su plazuela rodeada de árboles igual de pobres, sin flores o hojas secas, la sequía no distinguía especies.  Con la iglesia a nuestras espaldas, nunca entendí porque no asistimos a misa, si los que salían, bien vestidos, al parecer, el rezar a un dios postrado en el altar les funcionaba . mi madre nos separaba por esquinas, algunos con verduras por vender o en mi caso con la mano extendida

No era de mi gusto inclinar la cabeza, esperando la piedad, lastima o peor aún asco de  la gente, así que me gustaba ver pasar a los niños, perros ancianos y demás figuras sin nombre, colocaba mis brazos en mis rodillas y los espiaba, como si verlos era algo negado para mi ;  las niñas que salían de misa, corrían a comprar algodones de azúcar de colores pasteles, otras soplaban burbujas de jabón, con gracias, mientras tanto otros las reventaban con maldad, entre risas. Al mediodía mi padre nos buscaba se quedaba en al esquina sin pisar la plaza, con la mirada enloquecida, sus grandes ojos marrones se veían de un color enfermizo rojo, estaba apunto de levantarme, ya no sentía los pies, se me habían entumecido por el frío o por la quietud, era una cuestión negable, que el mantenerse sin vida era mas fácil,  que brincar sin nada en el estomago, cuando acabe de estirarme, hasta empecé a sentir los latidos de al sangre circulando por mis piernas, una mano con pellejos sueltos me detuvo , apenas para sujetarme del hombro, sus dedos parecían desbaratarse en un polvo, me le quede mirando sus rostro no parecía decir nada, así que  no me asuste, pensé que me hacia palanca para mantenerse también en pie, quise reír, decirle que mal bastón había encontrado, estaba igual o peor que ella,

--¿Es aquel tu padre?- señalo con desden-

--Si, señora, es mi tutor- decir padre era algo extremo para franco, ya que si tenía sus genes o ADN, no era nada mío, lo  sabia muy bien

--¿Ellos son tus hermanos?- ya todos estaban alrededor de franco, con caras indulgentes ya que los católicos, no creían en eso de dar de comer al mendigo, comulgaban mejor con la idea de enseñarnos a pescar-

--Si, señora –dije con pereza, moviéndome para seguir caminando, ella parecía, seguir los mios, ya que en un instante éramos como sombras

Tardamos en llegar por lo menos quince minutos, franco estaba muy disgustado, mirando el sol que caía sin tregua por la las nubes que huían de una manera graciosa, con figuras de elefantes, mariposas hasta un caballo circulaba muy lejos de ahí, haciendo mostrar el astro de un gran tamaño, el miro enseguida sus ojos seguían estando llenos de furia inyectados  de sangre, como auto reflejo miro a la señora, que no me había percato de su fina vestimenta, debió ser porque era como un crustáceo para un cangrejo nada mas, le quedaba mal, como guango poco estético, sus carnes Tan viejas que se caían en pedazos, como loca mire, si no estaría pisando la grasa que emergía de sus labios que silbaban, con esfuerzo al  caminar.

-Buen dia, señor—dijo la señora con al voz mas ligera que nunca había escuchado--- veo, que tiene muchas bocas que alimentar, y este pueblo no es muy generoso con los menos afortunados—

-Dice usted la verdad, son muchas, si le sobra una moneda será para ellos señora— dijo con su boca apestosa, el aliento del alcohol natural revuelto con polvo para endulzar el agua-

-Le propongo algo mejor, quiero comprarle una , que no le da beneficios , ponga el precio- dijo al señora con un solo respiro, ¿de donde sacaba fuerzas para hablar?

Franco, se deslizo mas cerca de la anciana casi para dejarle todo su aliento en al narices ,ella no pareció molestarse, pensé con mala gana que a mi nadie me compraría ni en rebajas, con mi  feos ojos de gato, pensaba una y otra vez, seria Oliver, el mayor, aun era fuerte, alzaba costales llenos de papas , no, el  no, seria marcos con su costillas pronunciadas, si, Dessié que fuera el, si no jamás llegaría al invierno , mi hermana favorita Zulia, con su cabello cortito y sus ágiles piernas, sus ojos eran como un océano en calma, una vocecita me dijo muy fuerte que si ella se iba de la casa, yo moriría de tristeza.

Para mi sorpresa, franco abrió los ojos, esos horrible de sapo que tenia aún mas, como si fuera posible, gesticulo de mala manera, ella sabia su secreto, el mío... , el de todos, esperaba que el aire lo soplara para poner escucharlo. La señora que parecía había rejuvenecido unos años, camino hacia a mi ,con ese aire que da el saber lo que sucede, el cual solo me dio mas coraje, cuando llego lo suficiente para quedar casi abrazadas, me tomo  del brazo, no con fuerza ,apenas era una caricia, su piel ya no era tan callosa .

-Acepta, señor, te llevaras unas monedas, que jamás ella te darla, mírala, acaso quieres verla morir , así por lo menos salvaras a tus vástagos—

-Tiene razón, pero  la maldición, soy un maya creyente señora-dijo agachando el rostro , primera vez, que sus ojos tenían apariencia humana eso si ,que me asusto.

-Entonces sabes, lo que le sucede si muere, ¿sabes su nombre?—el negó, me quedo consternada , si , el mismo contó alguna vez que su madre se llamaba Mariel ,que era española, como fui a creerle todo este alcohólico de mierda—la ignorancia es tu peor enemigo , no la pobreza—

-Esta bien, acepto—no dijo mas, ella soltó un susurro, casi sin voz, sus labios nunca se movieron,  sus  ojos se deslizaron al otro lado de la plaza, que aún quedaban solo unas niñas soplaban pompas de jabón. A través de ellas se hizo presente, un muchacho de unos catorce años, de cabello negro con la piel cobre, sus ojos me congelaron el alma, ya que ellos se posaron en los mios ,eran idénticos!, como si fueran del mismo molde, me estremecí, de soslayo mire a franco que con sus manos chuecas, les hizo señas a mis hermanos para que se encaminaran, Zulia me abrazo, con ese abrazo de apoyo, de valentía, el chico seguía avanzando entre las burbujas, su rostro no se movió nada, vestía sencillo pantalones de manta con un playera de cuello blanca, pero era como si estuviera en gala, sus pasos firmes, dio solo tres mas, no se  termino de acercar, extendió una bolsa de yute ala anciana , que le devolvió una risa bajita.

Ella solo la aventó , al que en ese momento pensé que era mi progenitor lo tomo al aire, sus ojos volvieron a tomar ese sentido vidrioso, ni siquiera se giro para verme, por ultima vez, dude si debía arrodillarme y suplicar que no hiciera el trato, pero me quede en blanco como una estatua, el ya se había echado a correr cuando empecé a llorar

--No, no llores, ¿me creerás si te digo que el ,no vale la pena ?
Asentí
El chico seguía mirándome, hasta que ella empezó a caminar , el hizo lo mismo








1 comentario:

  1. Estoy al borde de las lagrimas, Dios es que tienes razón la gente es así mira con desden a los menos afortunados.

    Que facilidad tienes para escribir, por fin se me cumplio leer algo de tu pluma.

    Besos

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"Los libros son espejos: sólo se ve en ellos lo que uno ya lleva adentro"

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