martes, 5 de noviembre de 2013

[Novedades Noviembre] Penguin Random House

Budo es el amigo imaginario de Max. Eso quiere decir que Max es el único que lo ve y lo oye porque es quien lo ha creado. Si Max dejara de pensar en él, Budo desaparecería y como éste no quiere desaparecer bajo ningún concepto, intenta ser imprescindible para Max. Hace ya cuatro años que Budo existe, y como éste no necesita dormir, puede averiguar, por las noches, qué es lo que piensan los padres de Max acerca de su hijo. La madre, por ejemplo, insiste en llevarlo al médico porque no tiene amigos y parece que no le gusta la gente. Un día Max desaparece y sólo Budo sabe que fue llevado lejos por la señorita Patterson, una maestra de Max, pero no puede comunicarse con nadie más para decirles el paradero del chico. Es su deber salvarlo, incluso si ello implica su final.









Danny Torrance, aquel niño que recorría en triciclo las siniestras habitaciones del Hotel Overlook, es ahora un adulto con muchos problemas.
Ha aprendido a controlar en parte sus visiones y trabaja en un asilo de ancianos donde los ayuda a morir en paz cuando llega el momento. Por eso le llaman Doctor Sueño. Pero su don le pone en contacto con otros que comparten «el resplandor» y para salvar a una niña, tendrá que luchar contra los seres malignos más repugnantes.












 



Hace cuarenta años, cuando nuestro narrador contaba apenas siete, el hombre que alquilaba la habitación sobrante en la casa familiar se suicidó dentro del coche de su padre, un acontecimiento que provocó que antiguos poderes dormidos cobraran vida y que criaturas de más allá de este mundo se liberaran. El horror, la amenaza, se congregan a partir de entonces para destruir a la familia del protagonista.













William acababa de cumplir diez años cuando consiguió la admiración de todos sus amigos: su ojo experto apuntó a un grajo que descansaba en un árbol lejano y, tras un instante de concentración, el tirachinas dio en el blanco. Nada grave, en apariencia; solo una chiquillada, pero desde entonces su vida cambió y William se propuso olvidar el pasado, trabajando duro para adelantarse al tiempo y a sus leyes.

Los años fueron pasando, y un hombre vestido de negro empezó a rondar a William en las circunstancias más trágicas. Nació así una extraña unión entre los dos caballeros, y se inauguró en Londres una tienda espléndida, donde se exponían las telas y los complementos adecuados para el duelo de los difuntos. El negocio fue un éxito, y William durante un tiempo pensó que su apuesta por el olvido era acertada, pero llegó un día en que un grajo muy negro surcó el techo acristalado del almacén y de golpe el pasado volvió, cargado de secretos y dispuesto a tomarse su venganza...

1 comentario:

"Los libros son espejos: sólo se ve en ellos lo que uno ya lleva adentro"

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Mis lecturas De Octubre